5 de febrero de 2011

Audacia misionera

En 1859, el P. Henri Grollier funda la misión de Good Hope, cerca del círculo polar. En 1872, a continuación del P. Luis Babel, el P. Carlos Arnaud toma contacto con los inuits del Labrador. En 1917 el P. Arsenio Turquetil hace los primeros bautismos de inuits en la Bahía de Hudson.

En octubre de 1865 el P. José Gérard administra los primeros bautismos en el poblado de la Madre de Dios en Basutolandia (Lesotho). En Ceilán (Sri Lanka) Mons. Cristóbal Bonjean se aplica a desarrollar las escuelas católicas. En 1876 lanza un periódico publicado en inglés y en tamul. El mismo año ordena al primer sacerdote autóctono formado en el seminario fundado por él.

Es la época de la caballería de Cristo en Texas, a lo largo del Río Grande. El P. Y. Kéralum y otros varios dejarán allí la vida. Al principio de nuestro siglo, en lo que hoy es Namibia, tras tres o cuatro intentos infructuosos, se funda la misión del Okavango bajo la dirección del P. José Gotthardt.

Hay que añadir el trabajo apostólico en los países cristianos, desde el Sagrado Corazón de Montmartre en París, donde se conoce el papel desempeñado por el cardenal Hipólito Guibert y los capellanes oblatos, hasta la universidad de Ottawa. En 1868 los oblatos fundan en Lowell. A partir de 1932, la primera provincia de Estados Unidos se orienta al apostolado con los negros.

No podemos más que recordar las fundaciones en Pilcomayo en 1925, en el Congo belga en 1931, en Laos en 1935, en Filipinas en 1939, en Haití en 1943 y en el Brasil en 1945.

La evocación solo puede ser breve. Cada una de las decisiones muestra que los misioneros, padres y hermanos, y sus superiores optan por ir adelante, hasta los confines de la tierra para no dejar nada por osar. Dos expresiones simbolizan la vida y el trabajo misionero de los oblatos en este período: la expresión “especialistas de las misiones difíciles” se atribuye al Papa Pío XI. Apóstoles desconocidos del P. Pedro Duchaussois indica el puesto ocupado por los Hermanos en esa expansión misionera [34]. Los oblatos están llenos de audacia, lo dicen con su vida pero no saben formularlo o bien no se atreven a hacerlo.