En la Fiesta de la Visita fui “bendecido y enviado”
por la comunidad de la Casa General a realizar mi visita fraterna a los
Oblatos de la Delegación de Bangladés del 1 al 9 de junio. La Delegación
se estableció en 1973 y actualmente cuenta con treinta y ocho Oblatos
que están trabajando en cuatro diócesis. Me encontré y hablé con cada
uno de los Oblatos presentes en el país y visité la mayoría de de las
misiones y las dos casas de formación. Participé en liturgias, reuniones
y comidas con Oblatos, compañeros de trabajo, Hermanas, laicos,
sacerdotes, Hermanos y Obispos. Me puso muy contento que el Padre Rohan
SILVA, Provincial de la Provincia de Colombo, me acompañará durante
varios días.
La Iglesia en Bangladés es una comunidad de fe muy
unida y fuerte. Muchos de los religiosos y religiosas, sacerdotes
diocesanos, laicos y obispos se conocen entre ellos y trabajan juntos.
Encontré un gran espíritu de colaboración y amistad entre ellos.
Dondequiera que iba, esos amigos del ministerio expresaban su
apreciación y admiración por los Oblatos de María Inmaculada como
verdaderos misioneros.
Mi primera impresión es que nuestros Hermanos Oblatos
en Bangladés están muy cerca de los pobres. Nuestra proyección
misionera tiene en cuenta las dimensiones importantes de la vida de los
pobres: sacramentos, catequesis, plegarias, salud, educación, cultura,
vivienda y tierras, etc. Colaboramos con varias congregaciones de
religiosas en nuestras misiones y la preocupación por la educación y la
salud es siempre una parte importante de nuestro ministerio. Mientras el
diálogo interreligioso de manera formal es un desafío que todavía se
debe alcanzar debido a las sospechas y temores acerca de nuestra
motivación, la vida misma se comporta de manera interreligiosa todo el
tiempo donde nosotros somos una pequeña minoría que, sin embargo, sirve a
todos sin distinción.
Varios Oblatos son directores de escuelas y otros
están implicados en la enseñanza. Junto con las religiosas y los laicos,
la educación está teniendo un impacto significativo en las vidas de los
pobres que anteriormente tenían solamente poca educación o ninguna
oportunidad en absoluto para estudiar. En una escuela he tenido el
privilegio de invocar un día de fiesta para los niños debido a la visita
del Padre General. A pesar de que el Director OMI anunció esta buena
noticia en bengalí, yo supe inmediatamente lo que él había dicho pues
500 niños empezaron a saltar hacia arriba y abajo, aplaudiendo y
¡gritando de placer!
En una de las misiones que se inició hace unos cuatro
años hubo al comienzo mucha sospecha, resistencia y hostilidad a
nuestra llegada y al establecimiento de una misión. Creían que los
Oblatos estaban llegando para convertir a los demás. Ahora, después de
cuatro años, la población local tiene una excelente escuela, una clínica
de salud en construcción y otras formas de ayuda sin que se tenga en
cuenta la religión que uno profesa. De hecho, las personas dicen que la
misión esta haciendo mucho más por ellos en comparación con las
autoridades civiles y religiosas. Los Oblatos han creado una buena
relación y se reúnen con frecuencia con las personas, la mayoría de las
cuales son de otra tradición de fe, para decirles lo que está sucediendo
en la misión y preguntarles acerca de sus necesidades. La confianza y
la apertura han sustituido en gran parte al miedo y la sospecha.
La ciudad capital, Dhaka, sufrió graves inundaciones
en mayo y la residencia de nuestros escolásticos también quedó bajo
agua. La iglesia Oblata cercana no sufrió, estaba seca y segura y los
Oblatos la abrieron para recibir a la gente del barrio. Las familias
estaban contentas porque todos podían encontrar un refugio allí, un
lugar seco donde vivir y dormir hasta que el agua comenzará a descender
de sus hogares. Encontraron una cálida bienvenida en los Oblatos quienes
no hicieron ninguna distinción de religión. Se sorprendieron al ver que
todos eran bienvenidos en una iglesia cuando sus propios lugares de
culto no permitían eso.
Los pueblos indígenas, que generalmente viven en
zonas remotas y montañosas, suelen ser a menudo víctimas de la expansión
de la sociedad al invadir sus tierras. La toma de sus tierras por parte
de otros significa la muerte de su forma de vida y de sus medios de
subsistencia. Durante muchos años, los Oblatos de María Inmaculada de
nuestros distintos centros pastorales se han unido a los pueblos
indígenas en su lucha por defender el derecho a sus tierras y forma de
vida. Los líderes laicos y los Oblatos han experimentado amenazas y han
estado en peligro debido a su compromiso con los pueblos indígenas.
Todos los días los Oblatos viven la realidad de las
tensiones sociales/religiosas y se preguntan si el futuro traerá mayor
control y persecución. Hay desafíos diarios en el ministerio pastoral y
en la vida mundana tales como las distancias, carreteras, vehículos,
cortes de electricidad, clima, etc. La cuestión de sostener
financieramente la misión y los misionarios es siempre una preocupación.
Sin embargo, ellos están allí, en el medio de los pobres, viviendo una
vida sencilla y compartiendo muchas de las mismas privaciones. El
espíritu de los Oblatos es uno de dedicación y alegría incluso en el
medio de la incertidumbre y de los desafíos.
Tenemos la suerte de tener vocaciones y en la
actualidad tenemos cuatro escolásticos en el país; cinco que están
realizando su noviciado en Sri Lanka; treinta y cinco chicos jóvenes que
están terminando distintos grados de la escuela secundaria y de la
universidad en el Juniorado con aproximadamente otros 23 que se
incorporarán pronto. Cuando me reuní con el arzobispo emérito de Dhaka,
me contó que a principios de 1970 había escrito a muchas congregaciones
religiosas para solicitar misioneros. La única congregación que le
respondió fue la nuestra y en breve se enviaron nueve Oblatos. Continua a
agradecer a los Oblatos y a reconocer nuestra importante contribución a
la Iglesia.
Agradezco muchísimo al Padre Dilip SARKAR, Superior, y
a todos los Oblatos de la Delegación por haber hecho que mi visita
fuera una muy buena.
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