17 de febrero de 2012

Algo preocupante

Artículo original: Sexual uses of alcohol and drugs and the associated health risks: a cross sectional study of young people in nine European cities

 

Una gran parte de los adolescentes y jóvenes en Europa beben alcohol para aumentar sus posibilidades de mantener relaciones sexuales. Al mismo tiempo, consumen diferentes tipos de drogas creyendo que el sexo será más placentero.

Esas son las conclusiones de un estudio publicado por la revista BMC Public Health. Las entrevistas que han servido para realizar el estudio se realizaron en nueve ciudades europeas, entre ellas la española Palma de Mallorca.

La investigación revela que un tercio de los hombres y una cuarta parte de las mujeres encuestadas, todos con edades entre los 16 y los 35 años, toman bebidas alcohólicas como medio para desinhibirse y facilitar el contacto con el sexo opuesto. 

Al mismo tiempo, recurren al consumo de estupefacientes como la cocaína, el éxtasis o el cannabis para aumentar la excitación sexual, prolongar la relación o elevar las sensaciones.

Empiezan a los 14


Para llevar a cabo el estudio, investigadores en salud pública y ciencias sociales europeos, entre ellos varios españoles, entrevistaron a más de 1.300 personas de Viena, Brno (República Checa), Berlín, Atenas, Venecia, Lisboa, Liubliana, Palma de Mallorca y Liverpool.

Prácticamente todos ellos habían bebido alcohol, un consumo en el que se habían iniciado con 14 ó 15 años.

Tres cuartas partes de los encuestados habían probado o consumido cannabis, mientras que alrededor de un 30 por ciento respondían afirmativamente si les preguntaban si habían probado o consumido éxtasis o cocaína.

El estudio concluye cómo, para muchos jóvenes, el uso de drogas se ha convertido en "una parte integral" de su aproximación estratégica al sexo.

"El actual modelo de diversión nocturna se extiende. El consumo y abuso de alcohol y drogas está muy vinculado a ese modelo de diversión, así como el buscar oportunidades sexuales", manifestó a la agencia Efe Montse Juan, una de las investigadoras.

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